Algo le faltaba a Belice cuando inició su andadura en la fase de clasificación para la Copa Mundial de la FIFA Rusia 2018™ contra Islas Caimán. El balón no quería entrar en la portería contraria. La presión fue en aumento en la eliminatoria a doble partido y, a la postre, sólo un lanzamiento de falta de Elroy Kuylen acabó sellando el pase a la siguiente ronda por el mayor valor de ese solitario gol a domicilio. “Echamos de menos a Deon”, afirmaba el autor del tanto, claramente aliviado.
El tal Deon no es otro que Deon McCaulay. El delantero de 27 años es el máximo goleador de todos los tiempos de su país. “Si conseguimos servirle cinco ocasiones, sabes que meterá al menos dos”, añade Kuylen sobre el héroe nacional. Su seleccionador, Jorge Nunez, coincide con él, y no duda en colmar de elogios al número 9: “Deon soluciona todos nuestros problemas en ataque”.
Esas palabras tienen su peso. No son simples excusas para justificar el bajo rendimiento de un equipo. McCaulay lo demostraría, de hecho, en la siguiente ronda contra la República Dominicana. Metió dos goles a domicilio en la ida, y en la vuelta redondeó con un soberbio testarazo el triunfo por 5-1 en el global de la eliminatoria. Como había vaticinado el míster, todos los problemas de cara al gol se solucionaron. Con McCaulay en el equipo, las compuertas se abrieron.
Una influencia casi irreal
“Algunas veces, cuando los goles fluyen, pienso: ‘un momento, ¿esto está pasando de verdad?’”, declara McCaulay a FIFA.com, con su característico acento de la caribeña Belice, la única nación angloparlante de Centroamérica. “Cuando mis goles sirven para ganar un partido importante, es casi irreal. En cierto modo, no puedo creerme que me resulte tan fácil”.
Que no se confunda la confianza de McCaulay con la arrogancia. En absoluto es eso. Es la suma de varios años de duro trabajo, perfeccionando lo que él llama “nitidez” ante la portería contraria. El ariete muestra la clarividente fuerza de un hombre que se crió a partir de orígenes humildes, incluso peligrosos.
McCaulay nació en un rincón de Ciudad de Belice famoso por las drogas, las bandas, las pistolas y la violencia. “El fútbol era una salida”, señala sobre sus duras raíces. Pero Deon no se crió solo. Había alguien para alumbrarle el camino. Su padre, David McCaulay, llevaba el fútbol en sus venas… y también el meter goles.
“Marcó 13 goles con la selección”, resalta McCaulay sobre su padre, con un orgullo sólo equiparable al que siente el progenitor por su hijo, quien, se mire como se mire, es el mejor jugador en la historia de Belice. “Cuando era un crío, nos llevaba a mí y a mi hermano al campo y nos hacía ejercitarnos”.
El joven McCaulay observaba cómo su padre se entrenaba con la selección nacional, esperando pacientemente desde la banda a que acabara la sesión. Entonces, llegaba su ocasión para correr sobre el césped. Su padre, cansado del entrenamiento, se quedaba para enseñar a su chico los trucos del oficio de goleador: dónde poner el balón, cómo escaparse del marcaje de un defensa, la magia de encontrar el lugar idóneo en el momento adecuado…
Desde entonces, Deon, que asegura que siempre supo “que sería delantero”, no ha dejado de marcar. E incluso, en la fase de clasificación para Brasil 2014, ocupó titulares a escala mundial. Tras marcar 11 tantos en otros tantos encuentros, incluido un hat trick contra Montserrat –entonces una de las selecciones peor clasificadas del mundo, eso sí–, McCauley acabó las eliminatorias como el máximo artillero en todo el planeta, por delante de Luis Suárez (también con 11 dianas, pero con peor promedio) y de Lionel Messi. El beliceño se toma a risa la idea de que su talento se aproxime lo más mínimo al de esos astros grandiosos. Sin embargo, está volviendo a exhibir su olfato de gol en la escena internacional, ocupando la 2ª posición en la tabla de goleadores con 3 tantos en sólo 2 encuentros clasificatorios para Rusia 2018.
Un goleador puro
McCaulay es un ariete puro, con un talento innato para el gol. Es delgado y rápido, y se desliza por los huecos un paso por delante de cualquier defensa perseguidor. La notable mejoría del fútbol beliceño durante el último decenio se debe en gran parte al talento y la capacidad goleadora que ha exhibido Deon desde que hizo su debut en 2007.
“Llevo fijándome en él mucho tiempo. Tiene lo que necesitamos”, afirmaba sobre McCaulay el director deportivo del Atlanta Silverbacks, Eric Wynalda, antes de llevárselo a su equipo el año pasado. La antigua estrella de Estados Unidos lo sabía perfectamente. No en vano, metió numerosos goles oportunistas en sus diez años con la selección, con más de 100 internacionalidades.
Sin embargo, la vida en la segunda división profesional estadounidense no fue sencilla para McCaulay, que ha marcado 20 tantos en 34 internacionalidades (13 de ellos en fases de clasificación mundialistas). Aquejado de una hernia, no logró convertirse en una pieza básica del equipo. Ahora está sin contrato y ha vuelto a Belice, donde se entrena a tiempo completo con la selección a la espera de su próxima oportunidad. Un delantero capaz de ver puerta como él no estará mucho tiempo sin equipo. Y él lo sabe…
“No quiero lanzarme a por la primera oferta que se me presente”, destaca McCaulay, que ha hecho pruebas en equipos de la MLS y de Grecia, y luce la paciencia como uno de los principales rasgos de un gran artillero. “Lo único que puedo hacer es seguir metiendo goles y ayudando a mi país. A partir de ahí, sólo pueden venir cosas positivas”.
Fuente y foto: fifa.com